domingo, 2 de noviembre de 2008

Desde los Angeles - http://www.creandotuvida.com/

Silvia Patrono, revive los dulces y autenticos momentos donde ser mamá es una maravillosa experiencia de vida.

El Día de la Madre
Por Silvia Patrono

¡Nació mi primer hijo! Recuerdo cuanto me costaba entender que ese ser tan adorable era mío. A pesar de la gran panza que se sumó a mi cuerpo por nueve meses, a pesar de haberle elegido un nombre y tener su espacio en casa esperándolo, a pesar de amamantarlo y quedarme dormida con él todas las noches...

Unos meses más tarde lo abracé, seguramente por millonésima vez, pero fue en este encuentro cuando sentí que ese bebé era mi hijo y yo su mamá. ¡Es tan grande el milagro! Cuanto amor nacía en mí. Un amor diferente, inagotable que crecía y crece aun cuando una cree que ya está, que no se puede amar más.

Luego llegó mi segunda alegría. El asombro estaba ahí nuevamente, avisándome que tenía otro milagro en brazos. Otra vida a mi cargo. Entonces entendí que podía tener tres, cinco, diez más y el amor continuaría su curso…crecería y nunca se acabaría. Mi mayor responsabilidad como mamá es acompañar a estos seres que me han otorgado el GRAN TÍTULO (bien es sabido que no hay que parir para ganarlo).

Los veo crecer independientes, con ideas y gustos propios. Maravillada me recuerdo que estarán conmigo sólo por un tiempo. Se pertenecen a sí mismos. La tarea de una madre es tan gigantesca y si bien prepararles una rica comida cuenta en la lista de recomendaciones, recordarnos que son seres únicos es fundamental para criarlos libres.

El Día de la Madre, es un símbolo al agradecimiento. Nuestros hijos nos rodean con flores, regalos y lo más hermoso y esperado, que seguramente guardaremos entre nuestras posesiones más valiosas: una tarjeta, carta o dibujito.

El Día de la Madre como todos los demás del año es importante usarlo también para la reflexión de cómo estamos realizando ese rol. Nuestra función es acompañar en el crecimiento a otro ser humano. Recordemos que ellos no son la prolongación de nuestros sueños. Tienen los propios, cuentan con su lista individual de tareas a realizar. Están aquí no para hacernos felices sino para ser felices ellos y si lo consiguen, nosotros indefectiblemente lo seremos. Los hijos cumplen el papel de alumnos y maestros nuestros. ¡Cuantas verdades nos han dicho!, a veces ni teniendo conciencia de lo profundo de su mensaje.

Cuando mis dos soles me preguntan a quien quiero más, siempre se van con la misma respuesta: a los dos los quiero infinitamente. “¿Pero a quien un poquito más?”, insisten compitiendo por el primer puesto. Imposible responder les digo. Ellos son seres únicos, y mi relación con cada uno es tan diferente que no existe comparación alguna. Entonces les explico que existen tantos primeros puestos como hijos una tenga! De algún modo parecen entender algo que el día que sean padres vivenciarán: amor incondicional.

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